¿Hay que cambiar el sistema actual de oposiciones?
En los últimos cincuenta años el sistema de oposiciones para acceder a la función pública no ha cambiado. Se deberían racionalizar más las pruebas y dar más importancia a los exámenes prácticos y menos a los teóricos.
Se necesita tenacidad, constancia, tesón, perseverancia y persistencia para lograr una plaza en la administración pública. No es nada sencillo conseguir una: hay que dedicar tiempo y ponerle ganas.
J. Cuevas, es un barcelonés de 34 años, que prepara por segunda vez las oposiciones a notarías. Lleva tres años y medio estudiando y sabe muy bien lo que es prepararse unas oposiciones. En el duro camino del opositor tiene que hacer sacrificios (se casa dentro de unos meses y ni siquiera va a tener luna de miel) para invertir las máximas horas posibles en su preparación.
Para los opositores no hay fiestas, ni puentes, ni vacaciones ni viajes, tan solo un día de descanso a la semana para desoxigenarte del ritmo de estudio diario.
El tiempo medio de preparación de una oposición varía entre los cuatro y los quince años. Si un aspirante consigue su plaza en menos de cuatro años, es algo realmente extraordinario. Depende de cada persona y del tipo de oposición a la que se presenten.
A la hora de superar el examen puede que no obtengas el resultado deseado. Los nervios pueden causarte una mala pasada, dejarte la mente en blanco, hacer una exposición que tú crees brillante pero que el tribunal no lo crea; estas son cosas que pueden pasarte y que no debemos dejar de pasar por alto.
Hay quien llega al final, pero en el camino se quedan la mayoría de los que empiezan. La causa es sencilla: el sistema de oposiciones está anticuado y no se adapta a las necesidades reales de la sociedad.
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