Los sindicatos franceses lanzan con cuatro huelgas su primer jaque a las reformas de Sarkozy
Francia ha comenzado una semana decisiva. Trabajadores de las empresas del transporte público, funcionarios y estudiantes han convocado huelgas que aspiran a frenar y "dinamitar" las reformas propuestas por Nicolas Sarkozy, con el fin de vencer, en la calle, la batalla política, social y cultural perdida en las elecciones presidenciales y generales del mes de mayo.
Los trabajadores de la Sncf (ferrocarriles nacionales) y la Ratp (trenes de cercanías) han convocado huelgas "reconducibles", que comienzan la próxima noche y deben continuar mañana y pasado. Siete de los ocho sindicatos de las empresas del transporte público proponen una huelga "indefinida", hasta conseguir la retirada del proyecto de reformas gubernamentales.
Los funcionarios han convocado una primera jornada de huelga y manifestaciones nacionales el día 20. Y varios sindicatos de estudiantes (minoritarios) proponen "cerrar las estaciones de ferrocarril" con este objetivo: "Juntos, estudiantes y trabajadores, conseguiremos que el Gobierno abandone sus proyectos".
Se trata de protestas corporativas de muy distinta índole, que tienen en común un objetivo político estratégico: humillar al ejecutivo obligándolo a enterrar sus proyectos.
Por parte gubernamental, Nicolas Sarkozy y François Fillon han insistido en su "determinación" y "firmeza", que el jefe de Gobierno resumía ayer de este modo: "Se trata de una cuestión de justicia y principios. Debemos seguir adelante con unas reformas anunciadas desde hace muchos meses". Sarkozy espera beneficiarse del apoyo callado de una mayoría de la opinión pública. Según algunos sondeos, entre el 60 y el 70 por ciento de los franceses consideran "injusta" la huelga de los trabajadores de las empresas del sector público.
Sindicatos y huelguistas protestan contra reformas de muy distinta naturaleza. El problema capital de las huelgas que comienzan esta noche quizá sea el proyecto de reforma de los "sistemas especiales" de pensiones y seguridad social. Los trabajadores de las empresas del transporte público se jubilan antes (a los 55 años), con mejores pensiones, habiendo cotizado menos años (37.5 de media) que el resto de los trabajadores del sector privado. El Gobierno considera justo e indispensable igualar paulatinamente los sistemas de seguridad nacional. Los sindicatos desean preservar los privilegios de sus afiliados.
A partir del día 20, los funcionarios protestarán por un problema muy similar. Francia tiene hoy 64 millones de habitantes, una población activa de 28 millones de asalariados, entre los que hay 5.2 millones de funcionarios. El número de empleados públicos ha crecido de manera espectacular en los últimos veinte años. Pero los Presupuestos del Estado para 2008 prevén la supresión de unos 20.000 puestos de funcionarios, al no renovar aquellas plazas que queden vacantes tras jubilaciones por causas diversas.
Esa supresión anunciada de empleo público es el motivo central de la huelga, aunque tiene también otros flecos. Los trabajadores del Estado quieren mejores salarios, menos horas de trabajo y denuncian la "privatización" o "falta de determinación" del Estado.
Los sindicatos de estudiantes, minoritarios pero muy militantes, denuncian sobre todo un proyecto de "descentralización" de las universidades, además de otras cuestiones menores. Desde hace semanas, varias facultades están total o parcialmente "paralizadas" por minorías que consiguen bloquear el funcionamiento de las tareas educativas.
A nadie se le oculta el alcance capital de los enfrentamientos. Los sindicatos aspiran a ganar una batalla estratégica, como en 1995, cuando Jacques Chirac terminó cediendo a la presión de la calle. Todos los observadores estiman que Sarkozy está "condenado" a vencer en este duelo: si los sindicatos terminan ganando en la calle la batalla perdida por la izquierda en las elecciones presidenciales y generales del mes de mayo, todo el mandato presidencial de Sarkozy quedaría automáticamente devaluado.
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